martes, 12 de marzo de 2013

003. CRÓNICA DE UN OLVIDO

Como una vela que se apaga y el hilo de humo olvida la luz.
Así fuimos niños, así volamos libres, despiertos y desnudos. Luego alguien encendió la luz.

Cuando no teníamos más que recordar que el nombre de los colores, cuando las palabras no eran más que una sucesión de letras. Cuando, sin saberlo, la música ya era una droga. Alguien llegó y encendió la luz.

El éxtasis solo se vivía en las carreras, en los juegos, en los cuentos. La imaginación era intrínseca, no había que salir a buscarla. El conejo de Alicia era real y la locura del sombrerero irreal. Los sueños continuaban durante el día. Hasta que alguien llegó y encendió la luz.

Y la luz se lo llevó todo, se llevó la alegría, la pasión, la felicidad y la cordura. Sólo dejó pobres locos ajenos a lo real fingiendo estar cuerdos. Olvidando que lo tangible es un sueño, y la esencia la realidad. Así fue como la locura cobró el sentido. Porque la luz trajo la incomunicación, las ataduras y los zapatos molestos. Así fue, como solo quedaron unos pocos a los que llamaron locos, por rescatar sus pasiones, por hacer vivir sus sentidos, por recordar. Que luchan por no olvidar el nombre de los colores, por devolverle el olor a las flores.

Por recobrar el sentido de la vida.