domingo, 19 de mayo de 2013

005.3 SENTIR, COMO FIN ÚLTIMO.

005.3. SENTIMOS, SIEMPRE.

Nos tendimos a llorar. A echar de menos el pasado, a soñar por un recuerdo. A revivir los suspiros y las caricias, los besos y los sentimientos. A intentar perdurar en la memoria, guiándola a través de lo cotidiano. Nos tendimos a llorar, casi desnudos, imaginando que era verano. Donde el tiempo libre no ahoga, donde el calor no aprieta.

Fluimos melancólicos, porque creemos que el tiempo espera. Que vivimos aguardando momentos, que sentimos cuando no estamos despiertos. Olvidamos el presente frente a un pasado y añoramos un futuro ya alcanzado. No vemos el futuro en el presente porque la imaginación lo siente más intensamente.

Salimos a gritar, a correr mojándonos el pelo, a sentirnos vivos con lo efusivo de lo espontáneo. A evocar recuerdos de amores pasados. Salimos a perdernos, porque sentirse dentro duele. Sentirse dentro, olvida. Solo queremos saber que sentimos, y sentimos el recuerdo. Sentimos las pasiones ocurridas y los besos contemplados.

Vivimos fuera de nosotros mismos, para alimentarnos de destellos de locuras, de éxtasis y euforias. Revivimos la pasión como no la sentimos. Otorgándole al presente el poder en el futuro. La ensoñación nos domina, nos hace caminar y pintar, porque sabemos que en unos días la recordaremos. Y no será el sentimiento de ahora, sino en que evoque el que hemos buscado. 

Damos cabida a la melancolía porque mejora el pasado y droga el presente, lo tinta y cubre de telas transparentes. No es la tristeza, ni la pena, es el sentimiento vivo. No es un canto melancólico, somos nosotros, imaginando la alegría.


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